¿Qué es el Síndrome Metabólico?
El Síndrome Metabólico es un conjunto de trastornos, denominados “factores de riesgo”, que aumentan el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares y que generan en el paciente un estado pro inflamatorio y pro coagulante.
Se considera que una persona tiene síndrome metabólico cuando tiene tres o más de los siguientes factores de riesgo:
• Azúcar en Sangre (Glicemia) Elevada (Resistencia a la Insulina).
• Presión Arterial Elevada (Hipertensión Arterial).
• Dislipidemia (Colesterol HDL bajo y/o Triglicéridos elevados).
• Exceso de Grasa Abdominal (cuerpo con “forma de manzana”).
Tener 3 o más de estos factores se considera como evidencia de disfunción metabólica que prepara el escenario para una enfermedad crónica, incluyendo no sólo la aterosclerosis y las enfermedades cardiovasculares, sino también la enfermedad de gota, cáncer, derrame cerebral, diabetes, Alzheimer, NAFLD, artritis y más.
Es importante señalar que el padecer de síndrome metabólico, implica mayor riesgo cardiovascular que cada uno de los factores individuales, pero cualquiera de ellos por sí sólo aumenta el riesgo de tener una enfermedad grave.
Los individuos que cumplen los criterios del Síndrome Metabólico debieran ser detectados en forma precoz y recibir un tratamiento más agresivo que sus pares que presentan sólo 1 o 2 de los factores de riesgo.
¿Cómo se diagnostica?
Según las pautas utilizadas por los Institutos Nacionales de la Salud, si se tiene 3 o más de los siguientes factores se está en presencia de síndrome metabólico:
• Circunferencia de Cintura: 102 cm o más en el caso de los hombres y 89 cm o más en el caso de las mujeres.
• Colesterol HDL: Menos de 40 mg/dL (1,04 mmol/L) en los hombres y menos de 50 mg/dL (1,3 mmol/L) en las mujeres.
• Glicemia en Ayunas: 100 mg/dL (5,6 mmol/L) o más.
• Triglicéridos: 150 mg/dL o 1,7 mmol/L o más.
• Presión Arterial: 130/85 mmHg o más.
La obesidad es medida a través de la circunferencia abdominal, que refleja la cantidad de grasa subcutánea abdominal y visceral y es un índice de la masa grasa central de nuestro cuerpo. El tejido adiposo, o grasa, elabora numerosas substancias inflamatorias, algunas de las cuales son conocidamente aterogénicas, o sea, promueven el desarrollo de aterosclerosis en las arterias.
La presencia de resistencia insulínica en el síndrome es clave, y se asocia por sí sola a mayor cantidad de eventos cardiovasculares. Una manera fácil de detectarla es a través de una glicemia de ayuno elevada. Sin embargo, puede haber sujetos que no tengan una glicemia > de 100 mg/dL, y sí tengan resistencia a la insulina. Si hay sospecha, se debieran realizar exámenes complementarios, como el HOMA, que mide sensibilidad a la insulina a través de la determinación de insulina y glicemia de ayuno.
La presencia de alteración de lípidos (dislipidemia) se manifiesta a través de niveles de triglicéridos altos y colesterol HDL (el colesterol bueno) bajo. Generalmente, los niveles de colesterol LDL se encuentran dentro de rangos normales. Sin embargo las partículas de LDL en este síndrome de resistencia insulínica son más chicas y particularmente aterogénicas, y por lo tanto elevan el riesgo cardiovascular.
Por último, es importante señalar que recientemente se ha descubierto que la inflamación es también parte de este síndrome, sin embargo, no se ha incorporado aún como requisito para su diagnóstico. En un futuro podría ser de utilidad para determinar el mayor riesgo cardiovascular en los pacientes que tienen el síndrome y determinar la agresividad en el tratamiento de esta patología.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento consiste principalmente en el cuidado personal y la adopción de hábitos saludables:
• Actividad Física: Los médicos recomiendan realizar 30 minutos o más de ejercicio con una intensidad moderada, por ejemplo una caminata rápida por día. Busca formas de aumentar la cantidad de actividad, por ejemplo caminar en lugar de conducir y usar las escaleras en lugar los ascensores siempre que sea posible.
• Bajar de peso: Si baja de peso y mantiene un peso saludable, puede reducir la resistencia a la insulina y la presión arterial, y puede disminuir el riesgo de tener diabetes.
• Comer sano: Limite las grasas no saludables, harinas refinadas, azúcar y alimentos procesados y aumente su consumo de agua, vegetales, fibra, prebióticos, probióticos, proteínas de calidad y grasas saludables (como el Omega 3).
• Dejar de fumar: Fumar cigarrillos empeora las consecuencias sobre la salud del síndrome metabólico.
• Controlar el estrés: Las actividades físicas, la meditación, el yoga, mejorar la calidad del sueño y otros programas pueden ayudarle a controlar el estrés y mejorar la salud física y emocional.
Si los cambios importantes en el estilo de vida como la dieta y el ejercicio no son suficientes, su doctor puede sugerir medicamentos para controlar la presión arterial, los niveles de colesterol y la glucosa en sangre.